sábado, 28 de mayo de 2011

Aproximaciones

Lo comunicativo, en su pureza, en su abstracción, es el pensamiento de la nada, del vacío. El silencio hace parte de la comunicación, por ello ningún silencio es a-significativo. El lenguaje puro es invención de amantes de la norma, poesía que arandela el sentimiento en la perfección, y no en la caricia.

La pobreza del alma revienta mi corazón negro que extrañado late adormecido en un cuerpo lleno de excesos desdibujando mis venas mezcladas con ácidos diluidos en mi sangre color purpura: tengo la sangre jodida. Estar enfermo de esta manera tan extraña por causa de sangre contaminada con algo que nadie sabe, propicia mi invención para contarte, es por eso todo lo del riñón y el resto de pendejadas. Sólo resta esperar respuestas médicas desatinadas que intenten adivinar porque con tanto lugar que he visitado, ni puta idea en donde pudo atraparme esta malversación de purpura. Cautela por favor.

Cuento de color uno: Despierto al encuentro de mi cama que se encuentra toda sudada, durante la noche me había revolcado un poco dormido, un poco despierto confusamente en febril jornada; al abrir los ojos me descubro con el medio día despuntando por la ventana, nubes difusas acercándose por el puerto ese negro. Voy al espejo y veo que me salen colores por entre los poros, me fijo en la pijama y esta manchada de tintas de colores que se combinan y toda la habitación esta encharcada de colores que brotan de mí. Con desespero corro a la entrada de mi edificio y le grito al encargado que algo me pasa, que sudo colores; el encargado con cara de estúpido me mira y me dice: señor, debo decirle que yo no soy el encargado del edificio, usted aún sigue soñando, haga el favor de despertarse y dejarme la vida en paz

Yo: ¿a qué horas viniste?

Él: no sé como a las siete pasadas salí de la facu y pase por ahí, igual no hay rollo vas a ir a lo de Silvana hoy en la noche.

Yo: no sé aún, pero la mona va fijo, combina con ella, ¿no?

Él: pues ni se, ¿cómo así que va ir ella y vos no, ¿vas verte con otra?

Yo: no sé, seguramente sí, pero depende, tengo que solucionar unas cosas y pagarles a los dos además.

Él: ¿a la otra y a mí? Mentira ya entendí

Yo: no a vos y a ella.

Él: te vi un poco embalado el día que nos cruzamos.

Yo: estaba corriendo de un lado para otro, era por eso.

Él: pues yo voy a bañarme, quitarme los colores de mi cuerpo, y salgo de aquí. Saco mis copias y voy pa’ tu casa para que no te hagas un kilombo, de paso miro unas indicaciones acerca de tu p.c. que me enviaron.

Yo: pero salgo a trabajar ahora y el otro acaba de salir. ¿Tú a qué horas sales de la U?

Él: salgo hasta las nueve de la noche como la vez pasada.

Yo: …, (recuerdo los silencios a-significativos)

Él: puedo salir apenas termine de escribir un cuento, sin bañarme y forzarme a volver para bañarme y salir y toda esa vuelta si te queda patas arriba venir hasta acá.

Yo: no pero igual no me han pagado aún, es decir tengo la plata hasta la noche.

Él: a bueno, pues entonces vos dirás.

Yo: estoy pensando creo que me queda más fácil mandarte la plata con ella, porque vos si vas fijo a lo de Silvana, ¿no?

Él: saludos del Sol. Creo que voy fijo, y tú ¿te vas ver con la mona en dónde?

Yo: no sé, jejejejej (suelto un montón de carcajadas pensando en lo dispendioso de la conversación y en la historia de la mañana del encargado). Ahora tengo que mirar eso, porque puede que le diga que venga hasta acá, pero ella se va desocupar a las 7 por allá en Palermo.

Él: bueno dale, mándala con la mona, en un rato me comunico con ella y cuadro que onda si va a ir o no.

Yo: si, ya le dije a ella justo eso.

De batucada: - si tal palabra existe en el sentido que le quiero dar y si me la entiendes vos desde aquel lugar - me llega el improperio roto de boca desigualada por un lunfardo poco entendible, de chavón villero en San Martín y Viamonte, suelo percudido, pared larga y sin ventanas, le miro de estocada, y me fijo de a poco y le digo: se parece usted a un amigo; él responde: viste, nada le salvará de la afanada

Yo: estas escribiendo un montón, ¿no?

Él: pues de corticos, pedacitos. Es que me tiene con una verborrea este castellano argentino.

El último: En una playa desolada una pareja camina por el borde de la zona manchada por la olas, que al estallar en el borde riegan espuma un poco más allá de su sitio de embatada, la pareja se aleja del agua y de vez en vez, se escucha un grito porque la fría agua les cubre los pies. Se acercan lentamente, primero aparecen como una mancha liquida en el horizonte, y poco a poco van apareciendo al campo visual. Al llegar junto al hombre que mira el borde difuso de mar azul pacifico y cielo curvo que se estrella en algún borde imaginario haciendo eso que llaman horizonte la mujer para le da un beso en la mejilla y dice: Gusto encontrarte, llevo días buscándote, le toma de la mano y lo lleva en la misma dirección de donde venían, desapareciendo como una mancha liquida en el horizonte

Yo: los leerán todos con tiempo.

Él: eso, igual entonces nos vemos mañana por las curvas (¿horizonte?), yo curso hasta la una, si andas en casa me cruzo hasta el once y te visito.

Yo: supongo que si, igual yo creo que nos vemos también esta noche en algún momento.

Él: eso. Me voy bañar y a pensarme otro cuento, un abrazo.


Epílogo: Un tipo en Buenos Aires se para en una esquina y se pone a ver lo que cruza por la calle. Ve la imagen, toma un par de fotos del edificio del frente, entra a un resto-bar pide un café y tres medias lunas, abre un cuaderno de rayas verdes, pequeño, todito lleno de laminas pegadas cuidadosamente, anota nombres, observa a alguien, escribe unas líneas, y se va casa y pone en el computador algunas líneas más, acomoda todo y las pone a rodar por feisbuc.


Unos días después va en el 45 rumbo a la ciudad universitaria, pasa por toda la costanera vista desde la orilla, todo callado, todo como si acabará, como si poco a poco se estuviera viniendo encima el mundo. Abajo: el río quieto, todo muerto y abandonado, roto en rojo el río. Paraguayos, peruanos, y guachos subiendo al bus, saliendo del puerto, todo el paisaje lleno de bodegas, rio y conteiner. Un chavón en bicicleta cruza al lado del bus y lo rebasa, el bus para y se aleja la cicla. En el pabellón tres, paga el recibo del curso, se anota, y queda para el día siguiente a las once de la mañana la clase.


Toma un par de clases, y se olvida de volver, vuelve al finalizar las clases y pide la vuelta del dinero de las clases que no curso, no se lo dan. Se devuelve en el 45 a casa, abre la puerta de entrada y descubre todo revolcado, una nota en la mesa, todo en casa se encuentra estropeado, desordenado, nada prolijo, su mujer se había ido, la casa estaba casi vacía, y tenía citación a un juzgado el viernes próximo.