lunes, 5 de mayo de 2008

Indecisión

La hora de la entrega se pasaba. En las inmediaciones de la carrilera no quedaba un alma a esta hora de la noche. Un perro callejero pasaba la avenida, ni siquiera un celador se veía por las calles aledañas. Le habían dicho que a la medianoche, ya eran las dos y media.
Decidió marcharse. Se puso un gorro en su cabeza redonda, amontonada hacia atrás. Soplo entre la manos y se puso un chicle en la boca. Mascaba enérgicamente y movía las piernas de un lado para otro.
Un carro se acerco por la esquina de la tienda a dos cuadras. Tenia las luces apagadas y parecía ser azul. El poste dañado aparecía y desaparecía el carro cuando le placía, no se podía ver ninguno de sus ocupantes.
No era el carro que le habían descrito. Espera. Se detiene a su lado.
Toca la pistola en el bolsillo de atrás de su pantalón. El carro esta oscuro en su interior se ven dos personas... tres acaba de ver un pie pasando rápidamente en el puesto de atrás. De nuevo lo ve pasar y siente miedo. Da unos pasos atrás y se dispone a correr. Se abre la ventana y se asoma un viejo sin un incisivo superior y pregunta: "¿sabe usted donde queda la Fundación Cardio Infantil?" levanta la mano apuntando la dirección de donde venia el carro. "tiene que devolverse cuatro calles siguiendo la carrilera y voltea a la derecha, tres o cuatro cuadras más en esa dirección y se encuentra con la clínica".
El viejo agradeció y dio las indicaciones al conductor que giro rápidamente. El hombre acomodo de nuevo su gorro, soplo sus manos para calentarlas, cuadro el revolver en la chaqueta y se irguió de nuevo. Se puso a esperar.

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