jueves, 5 de agosto de 2010

Cerdos por la Nubes

Los Aires es una ciudad de esas que te permiten jugar con las nubes, siempre tan alto, siempre tan despejado. Los sábados en Bogotá eran los días de los gatos, de los caballos y de los muertos; al contrario pareciera que los sábados en los Aires fueran un mero conjuro de canciones argentinas, talleres artesanales que te rompen la cabeza de la forma más interesante posible y uno que otro tacón de una mujer que apenas asoma el resto de su pierna como bailando entre las nubes. Si te detienes puedes descansar sobre unos arboles matusalénicos cuyas raíces resultan más sobrecogedoras que las sillas de dos tablones, de hecho puedes intentar abrazarlos, como tanto te gustan en esas mañanas llenas sabor a alcohol y besos de subte, pero de seguro las manos y los brazos no te alcanzan y te quedas allí como metido entre las ramas buscando la otra parte del cielo.

Rumbo Cementerio Recoleta. Ruta Avenida Libertador. Helado tres sabores. Promoción de tres atados de incienso por sólo 10 pesos. Olor ámbar. Quilmes. Un perro que parece un oso. Unos culos fríos y unos vestidos bellísimos y las bombillas y el mate de todos los colores y tamaños posibles. De pronto un cerdo con forma de nube, o más bien una nube con forma de cerdo y viceversa, como un lechoncito al que sólo le falta la manzana en la boca. Mi boca, tu boca, tu lengua, me encanta tu lengua, te la mordería si no estuviésemos en medio de la iglesia y con un cura confesando a una infiel que hace tiempos no se masturba y no tiene sexo. Uno debería aprender a desconfiar de las mujeres que sin sexo no se mas-turban, esas mujeres me per-turban. Y el cura sigue manda 10 padre nuestros, 2 ave marías y una carta al Gauchito Gil.

El Gil al otro lado de los Aires, cerca de donde apenas si se duerme, en el 1333, 13 C. C, si lo sé. Aquí también se ven las nubes con forma de cerdo, aquí también se ven las bocas y los culos ya no tan fríos. Los artesanos al otro lado, sólo uno encerrado en el cuarto de al lado, la puerta que no abre las hojas que se caen, un golpe en la cara de un chico con gafas, unas pupilas dilatadas que creen estar en todo lado, un polo a tierra. Aceitunas. Pan y Lentejas en Agua. Se acaba la luz, se muerden las lenguas, se reactiva el tiempo y por fin me da la espalda, espero que sea para mostrarla.

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