miércoles, 19 de septiembre de 2007

Capítulo Cinco


Marcos se levantó ese mañana totalmente animado por las buenas noticias de la noche anterior donde el abogado le prometió una rebaja de pena por buen comportamiento y por la misión católica que en ese momento desempeñaba en la cárcel. Ese día aunque feliz, levantó sus ojos y miró hacia alrededor de su horizonte y vio como las paredes de la celda además de rayadas y roídas por la humedad, estaban infestadas por muchos secretos y silencios, sintió que en realidad las paredes hablaban y que a pesar de su situación de preso, estaba libre por encontrar en cada uno de los trazos que deformaban el orden de la pared los secretos mas abismales y aberrantes de todos los hombres que habitaron allí, sintió pena porque muchos de ellos fueron inocentes y se preguntó si en realidad el sistema penitenciario era realmente efectivo con las labores de re socialización que el estado buscaba para la formación de una sociedad mas justa y mejor. En ese momento dirigió su mirada hacia el piso de la celda, estaba totalmente roído por el uso, por el peso de las culpas y se pregunto nuevamente si los delincuentes pesaban mas que una persona normal ya que supuso que las penas de verdad pesaban y no solo en el alma porque aunque como mucho le habían dicho que la libertad estaba en el interior y no en el exterior pero el necesitaba la libertad exterior para ser feliz para que mañana pudiera ser un hombre común y corriente con una familia común y corriente sin la necesidad de presunciones ni nada por el estilo, no necesitaba ya ni siquiera del dinero porque en Dios había encontrado el mejor sustento para ser feliz y para sobrevivir a un mundo caótico, porque en Dios había encontrado la salvación. Marcos ahora estaba trabajando en la iglesia de la cárcel ayudando al padre como monaguillo, de vez en cuando se tomaba el vino para consagrar pero por lo demás era una persona que confiaba tenazmente en las promesas de liberación que Dios les dio a los hombres.

- Marcos, vos porque crees tanto en Dios si ni siquiera te ha sacado de aquí.

- Mire Jesús - que era un señor que trabajaba en la carpintería del centro de reclusión y llevaba más de treinta años en la cárcel por homicidio culposo con dolo a su esposa, ya que la decente señora le había puesto los cachos con un hermano suyo y ni por el chiras el señor iba a matar a su hermano si no a ella de una forma muy elegante, la obligó a hacer el amor con él y cuando la señora estaba totalmente excitada don Jesús le puso el cañón del revólver en la vagina y boom, de ahí bolo la señora para dentro, o sea no quedó nada de ella por dentro.

- Dios es el único que puede salvarnos de este mundo tan berraco, por eso es el único en el que yo creo, es el único que puede llevarnos al paraíso, él lo prometió a los hombres, además entregó a su hijo para la salvación y el perdón de todos nuestros pecados. Si quiere don Jesús le leo un pasaje de la Biblia - inmediatamente sacó de debajo de brazo derecho una Biblia pequeña, guardada cuidadosamente en un estuche de cuero que le había regalado el padre el día en que Marcos quiso transformarse

- No don Marcos, yo ya no creo en eso, yo también en el primer año que estuve aquí, hasta el segundo, creí que Dios era el único que podía ayudarme a sacar de aquí, pero no, yo ya no creo en eso.

- Don Jesús, pero eso es porque usted ya no tiene fe, usted ya perdió su fe.

- No don Marcos yo tuve mucha fe, pero un día me puse a pensar, será que Dios fue el que me mandó a matar a mi mujer por los celos, o será que el me dio el revolver para matarla, o el me lo cargo, o el me hizo un ser celoso, o el tentó a mi hermano y a mi mujer para que me fuera infiel o que.

- No señor, Dios no tiene la culpa por nuestros actos, Dios es todo amor y todo lo que hace lo hace por el bien de cada uno de nosotros que somos sus hijos.

En ese momento don Jesús se sintió incómodo por la conversación y se dirigió nuevamente a su lugar de trabajo y le dijo de muy mal humor:

- Mire Marcos, siga creyendo en su dios, pero a mí no me venga con esos cuentos chimbos - salió rengando por la conversación que había tenido minutos anteriores con Marcos.

Marcos se convirtió en un personaje público en la cárcel, ya que intentaba ayudar al máximo a sus compañeros reclusos, cuando llegaba algún violador a la cárcel lo protegía, ya que como era costumbre a los violadores los tomaban a la fuerza primero y luego los mataban. Creía que de esa manera estaba perdonándoles a Daniel y a Felipe la despedida de la capital, realmente eso fue lo que más lo acerco a Dios, ya que cuando no era el eterno sueño de los hombres lobos que lo perseguían por la trocha y él no tenía otra opción que salvarse tirándose al infinito, provocándole tal sensación de libertad y de desasosiego que le hacían feliz por un momento, hasta que la crudeza de la realidad falsa lo obligaba a despertar, era el temor de no saber en quien confiar, si Joaquín buscaba lo mismo, si de pronto una noche le iba a llegar otro papel invitándolo a las duchas a tomarse un trago de aguardiente y ahí nuevamente una toalla que le tapara la boca, y esta vez no tres, sino cuatro o cinco golpes secos en la cabeza, para que fuera más dócil, para que se quedara en cuatro, y volvieran las risas, y el dolor en su culo, con menos sangre, por que ya lo habían ablandado, un silencio, no más risas, y solo el ruido del agua cayendo contra el suelo, y otra vez el mismo río contaminado, donde caía y se ahogaba entre excrementos de animales y humanos, entre los fluidos corporales de los hombres onanistas, que se consentían el miembro, entre la embriaguez de los barrotes nocturnos de la cárcel a causa del guaro, que se dejaban llevar por el sifón de la cañería vieja con olor a oxido, a sangre, a humano. Marcos que en sus sueños encontraba una rama de árbol con la cual por fin lograba salir del río, ahora creía que esa rama era el brazo de Dios extendiéndose sobre él para que pudiera librarse de esa podredumbre. De tanto pensar en todo ello una vez se acercó a la capilla de la Cárcel y se topo con el cura que iba saliendo y le pidió que por favor lo escuchara que tenía muchas cosas que contarle a Dios, y que como su mama le había enseñado tenía que hablar con un cura, que por favor que le sacará ese peso del cuerpo, que apenas si podía caminar. Y efectivamente el cura lo escucho en secreto de confesión, y Marcos le contó de Luis, de su mamá, del mocho, de don Rodrigo, de Claudia y Juliana, las dos mujeres de su vida, y de Felipe y de Daniel, un par de hijueputas.

- Padre, no se que hacer, creo que estoy solo que los hombres lobos vienen por mí, y no tengo nada que hacer más que sentarme a esperarlos, a esperarme, para acabar con esta vaina.

- Hijo mío, Dios no te ha abandonado, y si estas ahora acá es por que tienes que responder por todos tus pecados, pero nuestro benévolo Dios envió a su hijo a la tierra a que muriera por nuestros pecados.

- Pero Padre, por los pecados de esos hombres no por los míos.

- Cálmate, Dios te puede perdonar ahora, si tu arrepentimiento viene de tu corazón. Y diciendo esto le dijo que rezara tres padres nuestros, dos aves marías, y que siguiera más venido a misa, que comulgará que si en verdad estaba arrepentido Dios iba a ayudarlo.

Entonces Marcos comenzó a asistir a la capilla, y decidió que iba a proteger a los violadores como muestra de perdón. Además comenzó a ayudar a servir la comida en el comedor, intentó hacer un grupo de oración fuerte al espíritu santo pero fracasó cuando les pidió colaboración económica a sus compañeros. Y vino nuevamente el desencanto.

Marcos buscó otras maneras de resarcir sus culpas, quizás Dios era una buena opción, pero el pecado lo tenía pegado a la piel y no conocía un método que alejara ese sentido de culpa de su conciencia, intentó libar a su Dios con los corderos de la noche en busca de otro tipo de felicidad, intentó promover el amor entre los hombres para no pecar por omisión, hubo cumplido cabalmente el mandamiento del amor que Jesús promulgó en la tierra, pero nunca fue suficiente, así que recurrió a la filosofía, encontró en la reflexión otro espacio donde ser mejor:

- Si los griegos eran tan sabios por medio de la razón ¿porqué yo no?

Leyó a Platón y a Aristóteles, pero descubrió que la forma de vida de ellos era totalmente diferente y desistió.

La mañana en que Marcos descubrió que no tenía otra opción en la vida sino la de pagar sus pecados por medio de la perdida de la libertad se sintió indignado de sentirse amado por Juliana, además Juliana era una mujer joven y hermosa como para que siguiera detrás de él, esperando a que en cualquier momento pudiera salir de la cárcel, pero ya Marcos había perdido la fe, salió de su celda hacia al baño para darse la ducha diaria, hacía más frío que de costumbre, se le metió por los huesos el soplo amargo de la soledad y de la desesperación, iba en calzoncillos tiritando, pensó que nuevamente vendría la fiebre y con ella las alucinaciones y el dolor de los sueños donde siempre terminaba muerto de alguna forma espiritual, abrió la llave de la ducha y desde el cielo calló un cubo inmenso de hielo que le rompió la cabeza por la mitad, ahora Marcos y sus pensamientos eran dos mitades, se desplomó en contra de la baldosa del baño y dos compañeros lo socorrieron y lo llevaron hasta la enfermería, ahora Marcos era un ser doble, en sus sueños pensaba doble, efectivamente la cabeza se le había partido por la mitad y ahora tenía una mitad derecha buena y otra mitad izquierda mala, cada vez que en sus sueños imaginada un suceso lo pensaba desde sus dos mitades, demediado y triste caminaba por todos los pasillos de la cárcel y cantaba canciones de amor, cantaba tangos y baladas de la antigua ola, pero su otra mitad iba con un balde de agua fastidiando en plena madrugada a todos los reclusos y gritándoles improperios en contra de sus familias y sus humanidades. La segunda noche de su transformación en un ser doble sintió que su lado derecho seguía intacto, pero su lado izquierdo se estaba convirtiendo en burro nuevamente y los sueños, el sudor por la espalda, otra vez era un burro y todas las demás personas también, lo difícil era que nadie más se daba cuenta que Marcos era un burro muy malo y todo lo que hacía les parecía divertido, hasta que un día con una cuchara en pleno comedor se le abalanzó a otro recluso que se estaba burlando de él y le sacó un ojo, el ojo salió volando como si hubiera sido una estrella fugaz que a su paso dejaba una estela roja y viscosa mientras caía sobre el plato de sopa de arroz que ese día habían servido en el centro de reclusión. Inmediatamente los guardianes tomaron a la fuerza a Marcos que parecía poseído por un demonio y lo llevaron hasta el calabozo, pero nadie se dio cuenta que el que había hecho eso no había sido Marcos sino su parte mala, su parte izquierda, la asesina, Marcos intentó explicarlo pero nadie le puso atención, además porque después de semejante suceso le pegaron hasta mas no poder.

Duró casi un mes dentro de una celda de dos por dos metros, totalmente oscura, allí le pasaban los alimentos por una rejilla diminuta que se encontraba en la parte inferior de la puerta, además que parte del castigo consistía en que solo podía recibir una vez alimentos al día y además tres horas de azote. Cuando salió del calabozo estaba totalmente flaco y acabado, ojeroso, feo, barbado, con el cabello lleno de piojos, con el cuerpo totalmente lacerado por los azotes que recibió, pero había una muy buena noticia, ya no estaba demediado, ya no estaba partido por la mitad, ahora estaba completo, parece que el dolor y el la exclusión ayudaron a que se completara nuevamente.

Cuando llegó de nuevo a su celda había un compañero nuevo, dizque había llegado por maltrato a menores, le había dado una golpiza a su hijo de catorce años que casi lo deja en coma y a demás de todo cuando llegaba borracho a la casa le quemaba las manos con los cigarrillos, o sea que el tipo era un loco, era un depravado, entonces Marcos no sintió ni el menor gusto por compartir su celda con un personaje de estas facultades tan desagradables, al fin que Marcos prefirió empezar a escribir una novela, recordando lo que había aprendido cuando conoció a sus violadores, recordando como con cada cosa que les pasaba ellos comenzaba a escribir y las palabras le iban fluyendo sin necesidad de forzarlas, por que con todo el tiempo que se tiene en esos sitios, la mente se entrena para dejarse ir, para simular un escape de la soledad de los barrotes, y pues si ellos podían hacer eso, por que Marcos el niño que vio a su hermano morir y que todas las noches soñaba con sus hombres lobos, no iba a poder.

Esa noche le pidió el favor al guardia de turno que le consiguiera un cuaderno y un lapicero, encendió un cigarrillo, y primero se le ocurrió escribir la historia de una familia que no saliera de su casa, pero le pareció muy aburrido, entonces decidió que no saliera del pueblo, pero le pareció aún más aburrido además se le hacía muy parecida a la historia de un escritorcito por ahí que se había ganado un nobel, y pues eso no era lo que el quería, el quería que escribiendo le pudiera enseñar algo a alguien, así que mejor decidió ponerse a escribir sobre su propia vida, su triste historia, pensó que era para dejarle un legado a la humanidad y para que las nuevas generaciones no cometieran los mismos errores que él había cometido. La novela era algo así, primero esbozo toda la historia empezando desde el momento del asesinato de su hermano, seguido por las espantosas pesadillas que sufría, luego contaría parte de la historia que vivió con su esposa, como la conoció, como la enamoró y como la perdió, luego contaría apartes del negocio, desde cuando empezó como mensajero de los duros, luego como empezó a construir las lanchas y después como se volvió un duro, el fin de la historia estaba ubicado en la cárcel, sus últimos días pensaba entre lágrimas, como fue su padecimiento en la cárcel y todos los dolores que sufrió allí.

Llevaba tres días escribiendo la novela y encontró en ésta la mejor forma de redención con sus dolores y sus pecados, cada vez necesitaba de más y más memoria para poder narrar todos los acontecimientos relevantes de su vida y además de involucrar todos los acontecimientos que por algún motivo se le habían olvidado en el esbozo primario. Ya no tenía el duro golpe de la soledad y de la ausencia de los seres queridos en las entrañas, la literatura en realidad era una salvación, una real salvación para los hombres pecadores y entendió porque los grandes poetas y escritores recurrían a este instrumento para ser felices. En realidad se sentía feliz, sentía que por primera vez en su vida estaba haciendo algo bueno y no era por él, el compromiso que sentía al escribir la novela era solo por la humanidad, por los demás hombres y mujeres a los que les había tocado pasar por situaciones similares.

Al décimo día le mostró por vez primera su trabajo a Melquíades, un viejito loco que supuestamente ya había cumplido su pena pero por no tener a donde ir había preferido quedarse en la cárcel con sus amigos, además que todo el mundo lo conocía era reconocido por sus poderes de curación mágicos, por la lectura precisa que daba la cigarrillo de cada cual, por la lectura de la palma de la mano y la lectura certera de las cartas sobre el pasado, el presente y el futuro, se decía además que él tenía comunicación con seres del más allá y que sabía que crímenes había cometido cada nuevo integrante de la prisión. Marcos lo abordó en su celda y se le acercó diciéndole

- Melquíades, que pena incomodarlo pero es que necesito que me haga el favor de revisar esta novela que estoy escribiendo, es la historia de mi vida, necesito que me de una opinión sobre lo que usted considere a cerca de ella, es de vital importancia.

Melquíades lo miró de arriba abajo, sospechó que la novela iba a ser terriblemente mala y sin hablarle le estiró las manos para que se la pasara, Marcos se la entregó nervioso, esperando a que empezara a leerla, Melquíades de nuevo lo miró y le dijo

- Mire Marcos déme al menos una hora para darle una lectura rápida, váyase para su celda y venga dentro de una hora.

Marcos salió de la celda de Melquíades nervioso, pensando en todas las posibles respuestas que éste pudiera darle, se sentó en su catre y empezó a fumar mirando hacia el techo desesperado, se fumó muchos cigarrillos y el tiempo no pasaba, lo primero en la vida por lo cual valía la pena vivir lo tenía en la decisión de una anciano al cual todos los presos lo consideraban un genio o un sabio, Marcos no dejaba de mirar la hora en la puesta del sol que daba muy lejos de la celda, sentía como el sol, empezaba a derrotarse por otro día, sentía como todas las personas después de un duro día de trabajo regresaban a sus casas a descansar. De pronto se salió de su abstracción y se dio cuenta que ya había pasado una hora y que era el momento de ir hasta la celda de Melquíades para preguntarle que como le había parecido, que si tenía futuro como escritor, que si de pronto a las generaciones futuras les serviría para que no cayeran en la tentación de la avaricia y después cayeran en las manos de la desgracia, se puso los zapatos y se dirigió hasta la celda de Melquíades que estaba en la misma posición cuando él había ido a llevarle la novela, la novela estaba exactamente al lado de su cama en el mismo lugar donde la puso cuando Marcos se la entregó. Cuando Melquíades vio a Marcos en el marco de la puerta de la celda, casi sin mirarlo levantó la mano y le alcanzó la novela, Marcos estaba esperando que el dijeran algo cuando Melquíades abrió la boca y le dijo

- Vea Marcos usted me cae muy bien, pero olvídese de la literatura, usted no es bueno para eso.

Marcos no dijo absolutamente nada, bajó la cabeza y se dirigió nuevamente hasta su celda, allí cogió el cuaderno y lo guardó debajo del colchón, pero se le ocurrió aunque decepcionado otra forma de escribir literatura y recordó que un tío por parte de su papá recitaba poemas en la plaza central del pueblo y Marcos se dijo:

- Eso si debe ser más fácil.

Inmediatamente tomó su cuaderno que estaba debajo del colchón y emprendió la tarea de escribir poemas de amor o de desolación o de muerte y misterio, estaba dispuesto a hacer cualquier cosa por crear algo para dejarle a la humanidad, así que empezó y escribió

El hombre inserta sus manos en los bolsillos
Y cuenta lo poco que le queda
Para no olvidar su pasado feliz,
Para luchar en contra de esa bestia fulminante
De la soledad,
Respira y la ciudad transpira ese aroma
De carros reemplazando a seres humanos,
Parpadea y toma un bus que lo lleve a cualquier parte
Que de pronto sea su hogar,
Recorre con sus pasos fatigados
Las calles taciturnas
Bajo la luna de espesos cabeceos,
Llega a alguna puerta
De tantas que hay en la capital,
Pero en la única
En donde el amor es un viento,
Es una ráfaga de tiempo,
Mira a su mujer por debajo del humo de su cigarrillo,
Carga a su hijo y su peso
Le parece un descanso de humor caliente,
El hombre observa el noticiero
Y no quiere saber más
De esa muerte escoba
Que arrolla a su país amado,
No quiere saber más de esos otros colombianos
Que desde la lejanía
Abandonaron sus puestas al sol.
El hombre agacha la cabeza
Y siente con dulzura
Que mañana será otro día
En el cual la derrota no es permitida.

Después de haberlo escrito lo leyó diez veces, en realidad le pareció muy bueno, así que le puso el título y se llamó “Un hombre dentro de su propia cárcel”, le pareció que el título era bueno, esa noche creyó que iba a dormir placenteramente, pero de nuevo los sueños, de nuevo las pesadillas y nuevamente él corriendo para que los hombres lobo lo se lo devoraran, para que no llegara la muerte tan desprevenida. A las tres de la madrugada se despertó envuelto en una capa inmensa de sudor, de miedo y de soledad.

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