martes, 6 de noviembre de 2007

Los ojos son la ventana del alma.

Aun siendo cierto, Darling, que tu ni yo nos podamos conocer alguna vez totalmente, no puedo dejar de pensar (con cierta melancolía) que te conozco lo suficiente para saber que tu no me quieres. Que más da. Ya me importa poco ese asunto, o mejor me importa lo suficiente como para intentar matarte esta noche. Aunque si he de decirte la verdad ahora que miro por la ventana la noche, justo en el borde de tu cama, la encuentro un poco indecisa. Parece que fuera a llover, pero esta suficientemente despejado para no hacerlo. Sin embargo no hay viento que azote las ventanas de tu cuarto. Tú sabes como me determina el clima y mas en estos días de octubre... tan cerca tu cumpleaños. Me encuentro un poco indeciso, no se si pueda ya matarte, la determinación que tenía al trepar por el muro con el cuchillo en el bolsillo, dispuesto a degollarte, desapareció. No solo fue por cruzar la ventana y verte tan placidamente dormida, con tu pelo ondulado sobre la almohada, recogida en las cobijas en posición fetal... gimes entre sueños moviendo los labios en un movimiento espasmódico que linda con el dolor. No sabia que tuvieras sueños tan tristes, tampoco que durmieras tan profundamente y menos que tuvieras perro. Pobrecillo, te juro que no sufrió al cortarle la cabeza de un solo tajo. Darling no te imaginas cuanto te amo, ni como te ves de hermosa mientras duermes. Lo que más me gusta de ti son tus ojos, pero yacen ocultos bajo tus parpados. Se que cuando introduzca el cuchillo en tu cuello vas a abrirlos totalmente, mostrándomelos todos ellos, antes de que expires. No te preocupes me quedare con ellos, te prometo que los cuidare muy bien, ya lo veras, después de todo son tus ojos, perdón quiero decir: mis ojos.

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