martes, 5 de julio de 2011

breviario iii

Los espectadores, esos personajes repetitivos que todos somos, acostumbrados a los dolores pasajeros y a conmoverse pasajeramente expían sus deseos malsanos con el deleite de observar a los otros. Actitud voyerista. Para ser un buen espectador se necesita de años de práctica para agudizar tus sentidos, si encuentras a un buen cocinero de seguro encontrarás a un buen espectador. Tanto en el oficio de cocinar como en el de estar a la expectativa, lo que más se necesita es paciencia. Luego de ello viene el deleite de los placeres que se agudizan cuando tenemos los sentidos dispuestos a ellos. Como un verdadero cocinero disfruta del olor de la cebolla que se sofríe esperando a que se le vierta el arroz, el verdadero espectador toma atenta nota de cada uno de los comportamientos y las relaciones que lo circundan, las palabras que se usan, los escotes que se te atraviesan y hasta uno que otro alcoholizado que hace las delicias de la gente, a quien después, como buenos espectadores, tendremos que recrearle sus recuerdos.

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