domingo, 20 de septiembre de 2009

Aún sin Hacer Nada

Aún sin hacer nada, de la piel me brotan los poemas aun cuando casi nunca terminan siendo, el modo de significar la infancia, dejarlo escapar en automático. Al intentar hacer pequeños recuentos de lo que va sucediendo me hallo cercado ante el asombro y una forma vaga de cobardía me obliga a seguir escribiendo. No me es fácil, si hubiera en la mente un manantial donde acercarse y beber, una fuente para calmar esta picante sed de vivir. Contar algunas cosas, con el solo objetivo de divertirse viéndolas desfilar en los pensamientos ansiosas por volverse palabra.

Batería 1

Hace unos días finalmente llegó la noche del sábado, aquél era el primero de los días de agosto, fecha escogida por el colectivo Anomia para parirse, brotar su cabeza a este mundo absurdo y superpoblado. Varios de ellos pasaron su juventud tras los muros del colegio de curas, maldita fantasía, al salir se terciaron los instrumentos y desde entonces los han puesto a sonar, unas veces con mayor éxito que otras. Para este memorable sábado Anomia se botó con tres bandas, del rock alternativo al punk rocanroler. Es una buena sensación, cuando al fin la semana termina y el cuerpo suda con licor trasnochado que quiere salir, la sequedad de la garganta se ve medrada con el cebado sabor y en el pesado crepitar de las guitarras se van las ideas navegando hacia un universo todo metalizado, todo roto, lleno de corriente. Si el pié se fuera entre el pedal e inevitablemente el músico se hiciera sonido [ ] como esa serpiente que al morder su cola se pierde en el encanto para dar origen a la vida. Con paciencia de caracol aquellos buenos amigos míos salen a la vida sin olvidar todas las estupideces cometidas, orgullosos de haberlas hecho, llenan su garganta con los gritos de otros en el mundo, otros como yo que me dejo enredar en la maraña de sus notas.

LaSangre era el nombre de una de las bandas presentadas por Anomia, es un dúo liderado (si es que se puede decir eso de un dúo) por Diego, en las primeras canciones sostuvo con inmensa propiedad una guitarra eléctrica amarillo pálido con blanco, en cierto momento rotaron los instrumentos y diego se sentó en la batería. Lo conocí cuando ambos éramos todavía muy niños, en ese entonces él era extraordinariamente crecido, usaba gafas redondas con bordes dorados. Te acuerdas de esas conversaciones ¿ . ? hablaba de la madurez, le gustaba ese tema; pero no le gustaba más que dibujar, esa si era su mayor bendición, trabajaba largamente en manos con posiciones algo difíciles pero armónicas. Recuerdo con exactitud un medio día en el que juntos escuchamos Andrés Calamaro, la canción siempre me recuerda aquella escena infantil hoy recalco que estaba en compañía suya. Cogió entre sus dedos las baquetas y actuaba con soberanía en el instrumento, cada movimiento de sus brazos parecía una orden automática que la batería atendía afanosamente, cluhsf! Clushf! cluhsf! cluhsf! Fuimos buenos amigos pero nos separamos con rapidez, era muy bueno con el inglés, alguna vez intercambiamos un examen y la respuestas que copio de mí estaban erradas, eso también lo resuerdo con claridad, le dije que rápido en inglés se decía rapid, y con bastante razón pues un almacén fotográfico del centro llevaba como nombre FotoRapid; muchos de mis errores se deben a la poca habilidad (o debiera decir: preparación) para improvisar, pero aquél fue por ignorancia legítima, como aun me pasa con el inglés.

Mi madre atendía un almacén de pinturas vecino al barrio de Diego, un día vino él y según ella, llevó unos colores por demás anómalos; fue lo último que supe. De vez en cuando me contaban lejanos cuentos sobre su vida, hasta lo encontré en varias ocasiones. Sigue siendo que aun no nos hablamos con Diego, van muchos años en que no veo la tierna sonrisa que sabía escapársele al rostro fruncido de hoy, las grandes patillas y todo el arte todo ese que le cabe en apenas la piel. Cuando en caudal el sonido enciende, LaSangre hace latir este tímido cuerpo.

Batería2

I feel so lonely! So lonely!…So lonely!…So lonely!

Una primera persona tiene una idea y a una segunda la comenta, con el fin de no afectar a terceras personas, la idea permanece en el estrecho círculo de las segundas personas, tú cuando buen clima, Usted cuando el frío. Hay alguien que es siempre Tu, todos vienen y en sus jardines pueden reposar. Hubo un tiempo en el que me encontré lejos, así como se lee: justo al encontrarme estaba lejos y ahora que estoy cerca ya no me encuentro, o me encuentro como en un juego de escondidas entre dos hermanos que saben ya el itinerario de escondites posibles, y sin embargo juegan. Por esos días de la lejanía, Tu pudo acercarse tanto a sus segundas personas que estas terminaron estando a 1.8, y a veces hasta a 1.5 de Tu en su primera persona, cerca, cerca, cerquita. LaNocheDeLosPostres nació de un tráfico de dulce y licor, golpes de tambor y cálida amistad en su fogata. Cuando estuve de nuevo recibí una invitación un tanto unilateral, no me lo había preguntado seriamente pero todos estos años he deseado cantar y fue bello coincidir en esta complicidad.

De nuevo estamos cerca y parado en la nostalgia de otros, nublo de mocos recuerdos ajenos y lloro. Me da pesar. Tu siempre aparece en cualquier historia, estamos a 1.2 o 1.3 (asombrosamente) Todos quienes algo han hecho por este pan chiquito y mordisquiado que es la cultura bogotana, comparten algo. Ni el tipo de sangre, ni el pelo, ni los amigos, ni los enemigos; todos hacen parte de un parche en el que no estoy, Tu está siempre, aunque no le interese, estoy aunque desbocado, y flaco, con unos recuerdos que parecen de una isla distinta de esta, extinta. En el barrido de los ciento ochenta grados de la mirada, están todos reunidos en grupitos calentándose, haciéndose el amor, incitándose, mientras los miro desde los bordes de esta casa en obra gris, cada vez más negra. Voy a hacerlo, salgo todos los días y lo que hago es marcar más distancia. Esta inercia endemoniada acerca lo que quiero volviendo profundo abismo las grandes lejanías. Tu no tolera a nadie, los seres de 2 en adelante la tiene perdida, no hay caso, siempre lo haremos menos bien. A Tu lo hace sentir muy culpable esa situación. Sin embargo no hay cómo controlarla. Cuando al unísono gritamos se da el bello olvido de quien se hunde, hasta tres kilómetros con quince millas para resucitar. Estaré lo suficientemente vivo como para morir. Tu me grita. Tu con gafas oscuras en una playa, leyendo literatura en castellano, Tu despertando siempre antes abandonándome en el insomnio. Tu Tu Tu Tu Tu Tu Tu Tu Tu Tu Tu, como un hijueputa teléfono ocupado. Vaya mierda decirlo. Hay días en los que Tu bebe licor y otros en los que no, aunque casi todos los días desee ardientemente hacerlo. Anoche fuimos juntos, me esperó algunas horas y hasta me llamó, como no se decir mentiras de buseta di mi ubicación exacta, se mostró molesta. Al llegar todos parecían víctimas de mi tardanza y con sequedad saludaron. Tendré disponible una buena cara reza la séptima ley samurái del código que estoy escribiendo, luego noté que ese apartamento era en realidad un pequeña Venecia por cuyos pasadizos corría el licor, lento; en toda la noche no dejó de pasarme, ni siquiera cuando una y otra vez recaían las veloces síncopas del reguetón entre las paredes del lugar.

Pasaron varias horas antes de que la batería comenzara a sonar. Diego, absolutamente alejado y distinto del Diego de hace un rato, pero también en esta historia y tocando una batería, tardó en calmar su borrachera con los golpes que acompasadamente pegaba contra los tarros y platos de la batería. Canté en medio de la ceguera, sin tener los sentidos muy sedados el ambiente estaba regido por una luminosa falta de visión, que a todos aislaba pero mantenía a salvo. En medio de todos esos rostros que no querían saber quién detrás de los bafles, echaba alaridos discordantes gesticulando con poco interés, haciendo música fea, despreocupadamente. Tu derribado por el cansancio y los tragos; en consecuencia también yo; en contradicción astuto_deslizándome bajo la puerta_serpiente_tocar con cuerpo entero_ese milimétrico pozo que sobre el pecho suyo se posa.

Batería3

He conocido Tantas personas. Tantas tantas tantas tantas Tantástico. (jeje)

Desde mi cabeza proyectar un mapa vivo que ligara en cartografía a la gente de mi espectro. Ana tiene los ojos verdes, ‘como para tenerlos aquí’ dijo alguien una vez, o para verlos cansados como me gusta. Los ojos de Ana han visto los ojos de otras Tantas gentes, que a su vez han visto y se han dejado ver aunque los acose a veces la ceguera. Una vez vi unos niños en televisión, una novela, luego un programa sobre los niños de moda. Luego ví a uno de esos niños en la universidad, luego vi al otro. Pero una cosa no pasó enseguida de la otra. Primero me enamoré de una mujer crespa como esponja y blanca, y nueva como yo. Cierta noche coincidí con un grupo de gente todos con edades similares a la mía, ropas parecidas y pasión por la marihuana (esto último lo vine a descubrir después). En ese grupo de gente estaba ella acompañada por uno de los niños de tv. Me alejé rápidamente y los ríos siguieron su curso. Me alejé de ella porque la quería solo para mí y ella no, sin embargo en una inusitada trenza del destino (así debería llamarse esto), por intermedio suyo conocí a alguien a quien una vez le vino una prima segunda o tercera de Europa, motivo que reunió a tíos primeros y segundos, una abuela, y varios primos todos de baja estatura. Entre ellos estaba el segundo muchachito. Sabía fumar y manejar al mimo tiempo, o una cosa después de la otra, se dedicaba a la música, al cabo un tipo de excelente talante.

Años después viajé al sur y dada cierta ocasión tuve que ir a la casa de este segundo muchachito en busca de un desconocido encargo que bien había hecho en traerme. Su habitación quedaría en un segundo o tercer piso. Después de la puerta un corto pasillo que llevaba a una sala que empezaba con varias entradas, a la cocina y a otros cuartos. En medio de las puertas descubrí con asombro que al igual que todas las entradas, éstas hacían bien el papel de salidas. Al abrirse una de las puertas salió enredada en una toalla uno de los seres más bellos que he visto, sin exagerar. Las alas grandes tatuadas a su espalda parecían tener un brillo propio, quizá por el halo del baño o por la increíble simpleza de la situación en la que no hallábamos, pero sentí su azul mirada quemándome, sin fijarse siquiera, como me pasado luego con otras cantantes; sus alas se la llevaron. Volví a casa, él y ella se quedaron. Otra vez vino él a mi lugar, fue grato descubrir el licor derritiendo los hielos inútiles, permitiendo una conversación que en pocas horas me dejó un feliz desconcierto.

El primer muchachito vino a la universidad en la misma época que yo, solía poner obras suyas en muros, de vez en cuando lo veía. Alguna vez supe que vivía en casa de un grupo de artistas, esa casa la conocía de antes, compartía un proyecto con alguno de ellos. Durante la época escolar hice pocas amigas, pero buenas. Un día se me ocurrió pedirle a una de ellas un beso usando la forma más grotesca que conocía para hacerlo, de aquella temible experiencia la llamé durante algún tiempo ‘campanita’ en recuerdo de su epiglotis. Con campanita hicimos un lazo que hasta hoy no se quiebra, por trampas de la vida campanita terminó sonando en la casa de la que hablaba hace un rato, para ser más precisos detrás de la puerta de habitación de este primer muchachito. Hace pocos meses y en méritos de grata nobleza por haberles sacado el culo antes, vinieron a casa de mi novia, una noche calmamos largas horas de despiadado frío y escases de yerba metiéndonos entre la colorida tubería de un parque. Qué bien la pasamos, aunque tenga esta puta y recúrrete pelea con el disfrute holgazán del artista mimado, su trabajo me sorprendía.

Varios meses pasaron sin campanita y quien viajaba con ella, antes y después primer muchachito, cuyo hermano hizo con su banda una gira local hace pocos días, en parte por la ‘familiaridad’ y parte por pasión pura, aquella epiglotis reverberó incansablemente en todas las jornadas de concierto, sobre todo cuando en uno de los videoclip un ciclista lleva un manojo de globos y en la inercia se deja elevar con tal felicidad que no se nos ocurrió más cosa que aplaudir. Una campana_un pardealas_un bombo_un platillo_ unas baquetas; las baquetas de la batería que encontré hoy sorpresivamente en un centro comercial en el paseo familiar, se encontraba en mitad de una gran plaza de eventos, callada, a solas. Botas rojas femeninas/rodaban por la tarima. Todo parecía en su puesto, miré sin ningún pretexto. Qué tan duro sonaría prendida esa batería. Mario! [ ] Apareció el segundo muchacho, saludándome alegremente; después una campanita que se movía para decir mi nombre, besarme las mejillas, conocer a mi madre e irse de nuevo. Evité demorar los saludos, subí y los observé obsesivamente hasta que se fueron. La chica de las alas nunca me ha visto, aun si me la cruzara todos los días en el bus, la casa y el trabajo jamás me vería; me gusta verle los senos al cantar, cuando se voltea miro su espalda y sus alas volar. A campanita le aprieto fuerte en el abrazo, dejo que se vaya con su primer muchachito a donde quiera, será feliz, aunque llore. Al segundo muchachito le deseo la buena con todo mi corazón.

Que nos estamos hablando. Aún sin hacer nada.

Mario

9 8 09

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